Pienso que la TA es un acto creativo, la creación de nuevas posibilidades, nuevos recorridos internos, un baile entre lo abarcativo y lo especifico, una oportunidad a descomprimirnos, a recuperar nuestro ancho y nuestro largo y equilibrarnos de modo tal que podamos desplegar nuestro máximo potencial.
La profundidad y apertura de conciencia que la practica habilita, hizo que se vuelva un eje central en mi vida cotidiana, me permitió integrarme, pensar y nombrar de otro modo, mover mis ideas.
Mi acercamiento a la técnica Alexander fue a través de la danza. La indagación en diferentes artes (teatro, improvisación, canto, danza) me llevaban constantemente a la pregunta del cuerpo; Fue así que profundice mi formación en el arte del movimiento con diversos profesores, de manera independiente. En ese camino conocí diversas técnicas somáticas donde la conciencia corporal se amplia.
Fue la Técnica Alexander la que me posibilitó observarme en capas más profundas y permitirme mayor disponibilidad psicofísica.
A raíz de una fisura en la última vértebra dorsal y una gran necesidad de cambio, decidí, luego de tomar clases semanales durante 3 años, realizar la formación de profesores en la escuela de técnica Alexander de Buenos Aires (ETABA) dirigida por Violeta Winograd.
Lo que comenzó con cierta curiosidad, algunas dolencias y admiración por quienes lo transmitían, se convirtió luego en una forma de estar en la vida y en mi profesión.
Actualmente trabajo dando clases individuales de TA y Entrenamientos Corporales donde me nutro de los principios de la Técnica Alexander para potenciar la danza e improvisación singular de cada individuo.
En todos los casos, para que la sanación y la creación sucedan se necesita tiempo, espacio y las condiciones adecuadas, considero estas algunas de las cualidades que nos brinda la técnica Alexander.
